Condenado un veterinario tras una limpieza bucal
Se trata de un caso en el que se contrataron los servicios de un veterinario clínico de pequeños animales para la realización de una limpieza bucal de una perrita de raza Yorkshire Terrier.
Es habitual que los animales que alcanzan cierta edad requieran de una limpieza bucal en clínica para destruir el sarro existente y limitar la aparición de diferentes enfermedades que pueden tener su origen en la cavidad oral.
Los perros de pequeño tamaño como la perrita de este caso en particular suelen necesitar una limpieza bucal de forma periódica para evitar enfermedades como la enfermedad periodontal y la caída de dientes y/o muelas afectados.
Generalmente este es un proceso que no implica demasiados riesgos aunque sí implica mantener al animal bajo anestesia general durante el proceso, que puede durar entorno a 30-45 minutos, por ello, queremos recordar la necesidad del proceso de consentimiento informado para que el propietario conozca los riesgos inherentes del procedimiento, posibles complicaciones y alternativas terapéuticas antes de realizar la limpieza bucal.
En este caso, el animal no se recupera adecuadamente de la anestesia general suministrada, por lo que requiere de asistencia veterinaria urgente tras llegar a casa con su propietario.
Nos encontramos ante un resultado completamente desproporcionado, pues aunque se trata de un procedimiento relativamente sencillo y rutinario en la práctica clínica habitual, el animal fallece poco después.
En este proceso el facultativo es condenado a indemnizar la cantidad reclamada, incluyendo los daños morales causados al propietario del animal.
Como se recoge en multitud de Sentencias del Tribunal Supremo, «que la obligación que surge a cargo del facultativo no es la de obtener en todo caso la recuperación o sanidad del enfermo, no es una obligación de resultados, sino una obligación de medios, es decir, está obligado a proporcionar todos los cuidados que requiera según el estado de la ciencia.»
Dentro de la obligación de medios del facultativo cabe recordar la exigencia de un adecuado proceso de información que deje constancia mediante el documento de consentimiento informado escrito, así como un adecuado protocolo preanestésico, incluyendo todos los análisis y exámenes que el facultativo considere necesarios para realizar el procedimiento anestésico con las máximas medidas de seguridad y con la diligencia que exige la actividad profesional veterinaria. Asimismo, se incluye dentro de las obligaciones del facultativo garantizar que el animal alcanza un equilibrio hemodinámico y metabólico previo al proceso de alta, durante la fase postanestésica el animal debe encontrarse bajo vigilancia permanente por el veterinario responsable del servicio de anestesia y no debe ser dado de alta si dicho facultativo no se asegura de la total recuperación del animal.
En este caso concreto no se pudo concluir la causa precisa de la muerte de la perrita, existiendo diferentes hipótesis, desde un fallo orgánico previo, que podía haberse previsto realizando un adecuado proceso preanestésico, una falta de medios durante el procedimiento, un alta prematura o una sobredosificación de la anestesia.
Concluyéndose en la sala que en cualquier caso, existen una falta sobre la «lex artis ad hoc» y un resultado desproporcionado.